En Miracles Club (Club de Milagros), la palabra “milagro” no es solamente parte del nombre, es lo que se esfuerza en hacer todos los días. Miracles Club es un centro de recuperación dirigido por compañeros en el área de Portland que proporciona servicios de reducción de riesgos y recuperación específicos para la cultura afroamericana, población negra y todas las personas que experimentan opresión.
O’Nesha Cochran es la directora principal de alcance y desarrollo en Miracles Club, donde logró su propia recuperación.
"Empecé a trabajar en este campo orgánicamente porque yo misma era alguien que necesitaba recuperación", confesó O'Nesha.
"Comencé a usar drogas a los 13 años. Vivía en la calle y usaba drogas fuertes lo que finalmente me llevó a la cárcel.
O’Nesha pasó 15 años en prisión y obtuvo su libertad por última vez cuando tenía 35 años. Sus experiencias con los ciclos de consumo de sustancias, inseguridad de vivienda y encarcelamiento le han dado el conocimiento necesario para ver cómo el sistema no apoya adecuadamente a las personas que luchan con el trastorno de uso de sustancias, especialmente las personas negras, indígenas y personas de color.
“Cuando recuerdo mi vida desde los 13 años hasta que salí de la cárcel a los 35, nunca me ofrecieron tratamiento. Nadie en el sistema judicial reconoció nunca el hecho de que yo era una adicta a las drogas, así que realmente quiero cambiar ese modelo de encarcelamiento y reingreso sin apoyo que es tan común”.
Después de la última vez que salió de la cárcel, ella decidió buscar tratamiento para el trastorno por uso de sustancias. Pero los centros de tratamiento a los que acudió no pudieron apoyarla debido a la falta de conocimiento cultural.
“Fui a tres diferentes centros de tratamiento pero me expulsaron de cada uno debido a mi actitud. Mis experiencias en prisión y vivir en las calles desde pequeña, se manifestaron en la forma que hablaba, la forma que me trataba a mí misma y a los demás. Así que no hace falta decir que no tuve éxito en ninguno de los centros de tratamiento. Creo que fue porque ninguna de las personas de esos centros sentía cariño ni se preocupaba por los adictos. Había una desconexión cultural. No entendían lo que es venir de una vida difícil siendo una persona negra en las calles — soy de raza mixta, afroindígena. Me sentía desesperada porque por primera vez quería recuperarme de mi adicción, pero no pude porque parecía que nadie podía conmigo. Hasta que encontré a Miracles Club”.
Para O’Nesha, Miracles Club fue distinto y en realidad la diferencia fue estar rodeada de personas que entendían por lo que ella había pasado y le mostraron un camino hacia la sanidad.
“Recuerdo ir a reuniones de recuperación y las mujeres allí a primera vista parecían ser muy diferentes a mí. Usaban joyas y conducían buenos coches. Creía que ninguna de ellas había pasado lo que yo pasé. Recuerdo estar enojada y maldecir a todas. En lugar de echarme, esas mujeres me abrazaron con amor. No me tenían miedo. Ellas me entendieron y me ayudaron en todos los sentidos, desde conseguir una vivienda y ropa limpia hasta encontrar un trabajo y ayudar a mi novia a recuperarse también”.
Después de un año de recuperación, O’Nesha empezó a reflexionar sobre sus experiencias con otros programas de tratamiento hasta ese momento y vió la necesidad de que personas como ella se involucren en el campo de recuperación para ayudar a los demás.
“Pasé por esta fase en la que estaba muy enojada con el sistema y enojada porque me expulsaron de los primeros programas a los que asistí. Es decir, ¿cómo se supone que debes aprender destrezas sociales para tener éxito en esos programas cuando has pasado tu vida en las calles y en prisión, donde tu supervivencia depende de mantenerte fuerte? Me quejaba de esto en las reuniones de recuperación. Un día se me acercó esta señora y me dijo, hay dos tipos de personas en la vida: las que se quejan y las que marcan una diferencia. Fue realmente increíble para mí escuchar eso porque ¿quién soy yo para poder arreglar algo? Pero ella logró que lo tomara en serio, así que empecé a estudiar, obtuve mi título y fui a la Universidad Estatal de Portland para realizar trabajo social. Lo que impulsó la pasión por esta labor fue recordar cómo me trataron y querer cambiar esa experiencia para otras personas”.
Cuando le ofrecieron un trabajo en Miracles Club, fue el lugar ideal para ella.
“Cuando me ofrecieron un puesto en Miracles Club, fue donde encontré mi libertad y así se cerró el círculo. Me siento muy honrada de estar en la posición para ayudar a mis compañeros que están exactamente donde yo estuve”.
El programa que Miracles Club ofrece incluye una variedad de servicios de reducción de riesgos, consejería de recuperación entre compañeros, tratamientos con ayuda de medicamentos, programas de vivienda de sobriedad, asistencia financiera, programas de bienestar como acupuntura y más. Además de ser socio fundador de Salvando Vidas Oregon, recibe suministros a través de la Alianza para la Reducción de Daños.
“Creemos en la reducción de riesgos, que se trata de la aceptación absoluta de las personas en cada etapa de su vida y apoyar su bienestar pase lo que pase. Sin ningún juicio. Les damos comida, jeringas, boletos de autobús, tarjetas de regalo de $25, una carpa y ropa nueva. Brindamos recursos de calidad para mostrarle a nuestra gente que la amamos y que cada uno importa. Se trata de brindar a las personas que consumen drogas los recursos que necesitan para ayudarles a sobrevivir un día más. Luego, cuando estén listos para hacer algo diferente, sabrán dónde encontrarnos”.
Los programas de Miracles Club están diseñados por y para personas negras, indígenas, personas de color y personas que antes han estado encarceladas o sin hogar. “Incluso si un profesional médico tiene buenas intenciones, pero no ha vivido lo que nosotros hemos vivido, el cliente puede sentir una desconexión. Necesitamos crear un ambiente especial para que esa persona se sienta aceptada, amada y apoyada. Es por eso que programas culturalmente específicos como los de Miracles Club, en asociación con programas como Salvando Vidas Oregon, son tan necesarios”.